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Sentidos (¿5?) o ¿Será mejor callar?

More FIL (father in law) stories. Experiencias de un chico bondadoso con su suegro tocapelotas (IX).

More FIL (father in law) stories. Experiencias de un chico bondadoso con su suegro tocapelotas (IX).

Lo cotidiano de nuevo. Vida y viajes con FIL.


La convivencia con FIL en recintos pequeños (la traquilidad del hogar, el coche) es poco llevadera. FIL tiene un repertorio restringido de expresiones cuya previsibilidad e inexorabilidad recuerdan al martirio de la gota cayendo.


- "LA VIDA... ¡QUÉ PRECIOSA ES...!"


En el silencio del salón la declaración de optimismo lo parece de guerra por el desafuero sonoro con el que se produce, nosotros llegamos con FIL al nirvana de la admiración por la vida directamente por medio del susto. Cada vez que oigo la frase (y esa tarde había sonado ya dos veces) no puedo evitar pensar en el fraude que padecemos diariamente teniendo que tragar con lo de la supuesta depresión. El exabrupto nos ha sacado de la lectura. Cuando dirijo la mirada a su hija con intención de compartir un guiño, ella está en otro registro:

- "Papá...." (dulcemente pero con cara como de haber ido a pagar cien veces la misma multa) "... ¡qué pesadito!".

- "A MÍ ME GUSTA DECIRLO". Al oír esto aparece un "y a los demás que los zurzan..." en la parte de subtítulos de mi mente.

También hay otra frase inefable: "DIOS..... ¡QUÉ GRANDE ES....Y QUÉ GANAS TENGO DE VERLO...". Tengo que reprimir al chip encargado de lanzar mis subtítulos para que no se solidarice con SUS ganas...

Cada vez que transportamos a FIL nos demuestra que no está dispuesto a "ir a verlo" tan pronto, incluso se pone el cinturón de seguridad, proeza que no mucho tiempo atrás nos parecía imposible. "¡CUÁNTO COCHE...! es otra de las frases recurrentes. Abordar un viaje de 350km y oírla en el kilómetro 14 proporciona una perspectiva poco halagüeña, se podría poner la radio, o música a un volumen disuasorio, como hacen todos aquellos que oyen música en el coche con el intestino, pero es poco solidario y (os lo temías, ¿verdad?) FIL no se arredra fácilmente. Como tiene desarrolladísimo el don de la contra-oportunidad hace preguntas cuando peor se le pueden contestar. Estoy seguro que tendría que bajar la música aproximadamente en el segundo 28 de la primera pista...


La relación de FIL con las cerraduras es tan abrupta y poco considerada como la que le "une" con las personas. La llave ha de ir por ese camino le guste a ella o no. Una vez que se agacha y mete la llave viene un forcejeo desigual de apenas milímetros pero titánico entre FIL y el paño, de izquierda a derecha y de derecha a izquierda: clack-clock-clack-clock-clack-clock-clack-clock... Igual es la divina providencia la que nos alivia del tormento de oírlo llevándose una micra de material metálico allá en el interior del paño para que la llave tozuda gire por donde se empeñó el señor... eso explica por qué en casa todas las cerraduras están para cambiar. Otros artefactos sufren suerte parecida, como ocurre con el cinturón de seguridad. FIL no se sujeta de puro gandul como ya se sabe, pero su "actitud vital/vial" choca con esos diabólicos cinturones auto-bloqueo. Lo normal es que comience el viaje sentado, y al cabo de no más de 20 km se vaya acercando peligrosamente al decúbito-supino, pero lo angosto del cinturón de las plazas traseras conjuntado con el hecho de que FIL, a pesar de que nunca antes estuvo gordo, tiene ya el perfil de una b con patas de alambre hace que el celoso mecanismo de bloqueo del cinturón se aferre firmemente a su barriga: "OYE....ESTO SE HA ESTROPEADO"... truena desde atrás.

Repuestos del sobresalto sonoro oímos el clack-clack-clack-clack-clack-clack... las gafas de sol de guardia civil de los de antes mirando la hebilla. Desde el puesto del copiloto espero a que se canse. Por mucho que estire la providencia no le va servir de nada con el mecanismo de bloqueo del cinturón de un coche alemán. Efectivamente, el cinturón no cede pero FIL estira en un sentido solo (el suyo) sin dar apenas margen a que se recupere, es decir como hace con todos nosotros.

Después de estudiarlo un rato en su brega como si se tratase de una especie nueva recién descubierta decido pasar a la acción... me estiro hacia atrás en una difícil torsión -me sorprende mi agilidad cuando estoy ligeramente cabreado- y cogiendo la porción del cinturón que se mete en la hendidura doy con fuerza un tirón hacia dentro para liberar el mecanismo, comprimiendo más aún la barriga de FIL... es un placer especial apretar las tuercas a alguien que se lo merece cuando es por su bien y no hay más remedio. Lo libero, le digo que se siente recto y que se lo vuelva a abrochar. Así lo hace y el viaje prosigue como antes del episodio.


A los 10 km. "LA VIDA.... ¡QUÉ PRECIOSA ES! Llorando


A los 20 km... clack-clack-clack-clack-clack-clack... "ESTO SE HA ROTO..." Enfadado


A los 22 km (14.50 horas): "YO... TRES LONGANIZAS....." Sorprendido


¿Cómo puedo no continuar? .... Seguirá.

5 comentarios

Igebelar -

Kaixo JuanLu:

En cierta ocasión un amigo me comentó que yo tenía vocación de psiquiatra argentina. Tal vez debería replantearme mi futuro...

Muxu goxo bat.

JuanLu -

Kaixo Igebelar!

¿No serás tú la que debe cambiar de trabajo? Tu perspicacia psigológica me hace pensar que tienes el radar puesto permanentemente.
Monta una consulta y te envío a FIL...
mejor lo dejamos, en caso contrario las relaciones entre Euskadi y la Comunidad Valenciana (que largo... no?... Valencia definitivamente me mata) podrían verse seriamente afectadas.

Un besazo

JuanLu -

Hola Quique,

No, no íbamos a Requena, sino a la capital del Reino.... ejem.

Veo que el número tres de las longanizas te ha influído... je je

No es culpa tuya.. las cosas van lentas y raras en blogia esta noche.

Ya pasarás a por el regalo.

Besos

Inriquito -

Tres longanizas???????

Estaríais yendo a Requena, ¿no?

:-P

Besos,

Inriquito

P.D. Por cierto, Juanlu, no te he contestado, pero acepto tu regalo, porque aunque ahora no me cabe, me voy a cambiar de casa pronto, y quizá en la nueva sí me quepa. Gracias y ya me paso a recogerlo.

Igebelar -

Querido JuanLu :

Nos encontramos ante el más grande exponente de una de las enfermedades más extendidas en nuestra sociedad (especialmente, todo hay que decirlo, entre algunos de nuestros mayores). No recuerdo ahora mismo el nombre científico, pero seguro que el castizo te sonará bastante más: se trata de la “pestaño-depresión”. Ahora sí, ahora no, ahora sí, ahora no… Normalmente, las fases de la misma se ajustan bastante a ese esquema. Pero FIL, nuestro FIL, es un ser entrañablemente original. Uno nunca sabe en qué fase se encuentra: ahora sí (fase: LA VIDA…¡QUÉ PRECIOSA ES!), ahora no(fase: ¡ME HE DEJADO LA ALEGRÍA EN CASA!), ahora tampoco, sí, sí, sí, no, sí, no, no, sí, sí, que sí, que no… etc. ¡Vaya usted a saber qué toca en cada momento!

Siento, por un lado, tener que darte una mala noticia: la susodicha enfermedad es….CRÓNICA, y no hay vacuna, ni remedio alguno con el que atajarla. Algunos afirman que el único sistema para paliar un poquito los efectos nocivos que se producen en aquellos que tienen que convivir con el paciente, es ¡comprarse un cargamento de tapones de calidad! Podría tratarse de un simple placebo, ya que su eficacia no ha sido científicamente probada, pero, ante la duda, siempre hay que optar por el optimismo, ¿no?

Por otro lado, tengo también que ser tremendamente sincera. Yo NO quiero que FIL se cure: es monísimo tal y como es, y yo, personalmente, me río muchísimo con sus historias. Creo que me estoy convirtiendo en su fan number one.

Que no pare, por favor.

Muxuk