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Sentidos (¿5?) o ¿Será mejor callar?

Respeto mutuo.

Han pasado unos días sin escribir en el tumulto de una supuesta "vida tranquila veraniega". Realmente es curiosa la naturaleza cíclica de esta actividad comunicativa (para mí no llega a creativa) que es un blog. Es una sinusiode imperfecta de trazo imprevisible: ahora mucho, después semanas de nada, luego unos artículos salpicados...
En fin, ahora, en la bañera de un velero amarrado en algún punto del Mediterráneo, en una noche espléndida después de dos jornadas de paso inexorablemente lento del tiempo para lo que es mi tónica habitual me sobrevienen recuerdos de los anteriores días. Entre ellos se encuentra este que me encanta porque es una doble sinapsis personal y triple geográfica: os voy a transmitir desde Formentera una historia que ocurrió en la antigua URSS y que me contó en algún punto de la sierra al sur de la provincia de Albacete un buen amigo de orígen armenio, por cierto contrabajista excelente. A partir de ahora, él hablará en primera persona desde el iPaq del que os escribo el artículo, no yo.

"El servicio militar allí era de dos años de duración. Tras la instrucción me enviaron a un punto remoto en algún lugar cercano a la frontera con Turquía. Era una sierra de aire limpio con unas vistas anonadantes: se divisaba prácticamente toda Turquía desde allí, así como buena parte de la frontera del inmenso país soviético hacia el este. Mi misión consistía en vigilar...no sé muy bien qué. Las horas pasaban tan lentas que al principio pensé que me iba a volver loco. Después hube de concluir que fueron los días más felices de mi vida. Salía a patrullar con mi Kalashnikov y un pitillo encendido. La paz y el silencio casi se olían, mezcladas con los aromas del bosque. El único contacto humano era la radio para comunicar eventuales novedades que nunca se producían y la llegada cada 10 ó 12 días del transporte que me traía víveres y también desperdicios de la compañía a una fosa que se hallaba a unos 300m de mi caseta. La fosa era el único elemento que desentonaba en aquella pintura de naturaleza agreste y elemental. A veces los resíduos era hediondos y yo patrullaba por allí por rutina y con desgana.
Sin embargo un día la fosa me proporcionó una vivencia excepcional. Patrullaba y me acerqué a ella a echar un vistazo. Mientras apuraba el pitillo ya separaba la mirada para irme cuando la volví por lo que me pareció ver: dos ojos claros me miraban desde el fondo. La mirada era serena, pero resignada. Aquel ser estaba atrapado en el magma movedizo de los desperdicios y sabía como yo que sin mi concurso su fin estaba próximo. Dejé el fusil, cerca...eso sí, y empecé a tirar del pescuezo para liberarlo. Fue una brega agotadora de casi veinte minutos. Su inteligencia e instinto le mantuvieron pasivo al principio. A medida que se sabía más cerca de su liberación pudo contribuir para ayudarme. Yo tenía el brazo tan dolorido por el esfuerzo que no podía más. Al final lo conseguí sacar. Era un lobo ENORME, un animal de una belleza asombrosa. Su tamaño y aspecto me hicieron temer y retrocedí despacio sin dejar de mirarle con el fin de recuperar el Kalashnikov. Aún sacudiéndose para limpiar su piel de los restos de la fosa no había separado sus claros ojos de mí. De repente ya limpio, liberado, soberano de su destino, me miró de abajo a arriba. Yo no sabía cómo reaccionar y sujetaba el fusil con fuerza...su mirada se paró en la mía tres, cuatro, al menos siete segundos de orgullo y a la vez respeto. Un agradecimiento tan sincero como sobrio y digno. Inició la media vuelta sin dejar de mirarme y cuando los ojos claros perdieron contacto con los míos corrió y se perdió en el bosque. Pocas cosas me emocionan tanto como el recuerdo de aquella mirada sostenida."

2 comentarios

JuanLu -

Hola Igebelar!!!

No te preocupes que no he menguado.
La epidermis se ha quedado como un garbanzo a remojo, pero la talla que uso sigue siendo la misma.

El barco, y sobre todo hacer navegación a vela ME HAN ENCANTADO.

A pesar de todo sigo pensando lo que pensaba de America´s cup 2007.

¡Valencia me mata! Ya me vengaré...

Muxu goxoak.

Igebelar -

Hola JuanLu:

Una historia preciosa. Hay que ver cuánto puede dar de sí la bañera de un velero a la hora de ponerse a recordar. La mente es, desde luego, extremadamente caprichosa y nos conduce, con frecuencia, a asociaciones mentales realmente curiosas.

La mirada de un lobo, incluso para un nenúfar, tiene mucho de temible, pero también de mágico y fascinante. Tiene un no se qué que te atrapa sin remedio y que hace imposible desterrarla al olvido.

Tú, sigue, sigue recordando desde la bañera del velero y mantennos puntualmente informados. ¡Ah, y tómate una copita a nuestra salud mientras sigues a remojo! De todas formas, ahora que lo pienso, ¡ten mucho cuidado! ¿Has mirado tu etiqueta? Mira que si encoges de tanto estar a remojo. Pobrecito JuanLu, pasarías de ser un director XL a uno XXS y tendrían que construirte un atril especial para que tus músicos pudiesen verte cómodamente.

Muxu goxoak.